domingo, 8 de febrero de 2009

Los cínicos

En clase de Ética hemos hablado de algunas teorías éticas o modos de vida para encontrar la felicidad. Tratamos algunas escuelas griegas y comenté algo sobre un grupo minoritario pero curioso llamado los cínicos y su representante Diógenes.

Diógenes de Sínope vivía en una tinaja y no tenía otras posesiones que un manto, un zurrón, un báculo y un cuenco. Hacía suyo el lema de vivir de la forma más sencilla posible, sin necesidades superfluas, sin ataduras, poniendo en entredicho los valores sociales, las costumbres y, a veces, la necedad de los hombres. Esta vida sencilla tomaba como modelo la de los animales, por ello y porque se reunían en la plaza del Cinosargos, fueron llamados cínicos (perrunos). Sobre él existen muchas anécdotas. Os dejo aquí algunas extraídas de un libro titulado Filosofía para bufones (próximamente estará en la biblioteca).

De todas las anécdotas acerca de Diógenes, la siguiente es la más conocida:

Según la leyenda Alejandro Magno había oído hablar de Diógenes y lo admiraba mucho. Un día se presentó ante él y le dijo
- Yo soy Alejandro, el Gran Rey.
- Pues yo soy Diógenes, el Gran Can.
Como Alejandro preguntó porque lo apodaban así, Diógenes respondió.
- Porque halago a los que dan, ladro a los que no dan y muerdo a los malos.
Parece ser que Alejandro quedó impresionado por Diógenes y le dijo que podía pedirle lo que quisiera, que se lo concedería.
Y Diógenes le pidió:
- Lo que quiero es que te apartes porque me estas tapando el sol.



En otra ocasión unos muchachos estaban expectantes a su alrededor y le decían: "Eh, perro, que no queremos que nos muerdas", él les replicó:
- Tranquilos, un perro no come berzas.



Diógenes fue hecho prisionero y puesto a la venta como esclavo. Cuando el pregonero le preguntó qué sabia hacer, el respondió:
- Sé mandar. Mira a ver si alguien quiere comprar un amo.


Un hombre rico invitó a Diógenes a su lujosa mansión, pero una vez allí le prohibió que escupiera en aquel suelo reluciente. Diógenes se aclaró la garganta y escupió en la cara de su anfitrión.
- ¿Por qué has hecho eso? - le preguntó su anfitrión-
- Porque es el único sitio sucio de la casa- le espetó Diógenes.


A la vista de estas anécdotas puede ser que Diógenes os recuerde a un conocido doctor de una popular serie televisiva. Esto es para que veais que los griegos ya habían inventado todo.


Trataremos este tema también en Bachillerato y si queréis leer anécdotas de los filósofos os remito al libro indicado antes y a otro del mismo autor titulado La sonrisa de Voltaire.

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