"Imaginemos, pues, que (el alma) se parece a la conjunción de fuerzas que hay entre un tronco de alados corceles y un auriga. Pues bien, (...) está en primer lugar el conductor que lleva las riendas de un tiro de dos caballos, y luego los caballos, entre los que tiene uno bello, bueno y de una raza tal, y otro que de naturaleza y raza es lo contrario de éste. De ahí que por necesidad sea difícil la conducción de nuestro carro."
Este fragmento del mito del carro alado aparece en el Fedro y en él Platón compara el alma con un carro alado. El auriga conduce un carro tirado por dos caballos, uno de los cuales es blanco, bello y bueno y el otro negro, feo y malo. El caballo blanco simboliza las tendencias positivas del hombre, las pasiones como el coraje, la valentía..El caballo negro simboliza las tendencias negativas del hombre, los deseos más bajos, la sexualidad, el instinto de conservación... El auriga simboliza la capacidad intelectual del hombre o pensamiento (parte racional).
El alma, simbolizada en el carro alado, vive y se mueve en el mundo de las ideas; esta es su casa. Si el auriga controla la pareja de caballos le será posible elevarse hacia el mundo inteligible y contemplar las ideas. A veces, una falta de dominio de la pareja de caballos hace perder el equilibrio y el alma, perdiendo las alas, cae al mundo de las cosas. El alma caída, sin alas y aprisionada, se encuentra extraña y fuera de su elemento. Su anhelo más grande es retornar al mundo original.
El retorno del alma a su mundo natural requiere hacer nacer las alas. El amor desempeñará un papel importante en el renacer de las alas, pues no es otra cosa que anhelo y deseo de conseguir lo que hemos perdido.
En este mito aparece la visión tripartita del alma según Platón. El cochero o auriga simboliza el alma racional, el caballo negro el alma concupiscible y el blanco el alma irascible. Estas tres partes del alma representan tres partes del psiquismo humano: apetitos, pasiones nobles y razón. De alguna manera Platón expone los conflictos que todos poseemos cuando tenemos deseos corporales muy fuertes que nos impiden pensar con claridad, o cuando frente a esos deseos extraemos una “fuerza de voluntad” para que no nos arrastren o para disfrutarlos de forma equilibrada.