“Los actos de las virtudes pueden ser
considerados bajo un doble aspecto: como actos virtuosos y como actos de una
determinada especie. Pues bien, si los consideramos en cuanto virtuosos, todos
caen bajo la ley natural. Ya dijimos, en efecto, que pertenece a la ley natural
todo aquello a lo que se siente
inclinado por naturaleza. Mas todos los seres se sienten naturalmente
inclinados a realizar las operaciones que les correspondan en consonancia con
su forma, por ejemplo, el fuego se inclina por naturaleza a calentar. Y como la
forma propia del hombre es el alma racional, todo hombre se siente naturalmente
inclinado a obrar de acuerdo con la razón. Y esto es obrar virtuosamente. Por
consiguiente, así considerados, todos los actos de las virtudes caen bajo la
ley natural, puesto que a cada uno la propia razón le impulsa por naturaleza a
obrar virtuosamente.”
Santo. Tomas de Aquino. Suma Teológica.
“La actividad del pensamiento parece superior por ser
contemplativa, y como no aspira a otro fin que lo que se hace conforme a ella, parecerá siempre superior y ofrecerá
su propio placer, que incrementará la actividad misma, de modo tal que de ello resultará una autarquía (…) y
todo lo demás que cabe atribuir al hombre dichoso que lo tendrá por esa misma
actividad y que será para él la más
completa felicidad pues ocupará el espacio entero de su vida, porque en la
felicidad no hay nada incompleto. Tal modo de vida parece excederle al hombre
mismo. Pues, el hombre no viviría, sino en tanto hay en él algo divino y será
esa parte divina de sus actividades, localizada en el pensamiento, lo superior
en su misma humanidad y lo que participará del resto de sus mejores virtudes.”
Aristóteles: Etica a Nicómaco.
Libro II
“La ciudad es
por naturaleza anterior a la casa y a cada uno de nosotros, porque el todo es
necesariamente anterior a la parte; en efecto, destruido el todo, no habría pie
ni mano, a no ser equívocamente, como se puede llamar mano a una piedra; una
mano muerta será algo semejante. Todas las cosas se definen por su función y
sus facultades, y cuando estas dejan de ser lo que eran no se debe decir que
las cosas son las mismas sino del mismo nombre. Es evidente, pues, que la
ciudad es por naturaleza y anterior al individuo, porque si el individuo
separado no se basta a sí mismo será semejante a las demás partes en relación
al todo, y el que no puede vivir en sociedad, o no necesita nada por su propia
suficiencia, no es miembro de la ciudad, sino una bestia o un dios.”
Aristóteles:
Política.